cuando las personas me preguntan por mi trabajo sonrío, ante el reto de reducir la vivencia de lo infinito a mercancía dialéctica. soy un testigo, no imparto un conocimiento sino testimonio una experiencia, la acompaño. en este silencio, en esa escucha y palabras, está involucrada y manifestada mi vida. enseño lo que vivo, no lo que se, me se viviendo, testimoniando la vida.

el trabajo va mas allá de las técnicas. en este trabajo nos enfocamos más en que el cuerpo es una entidad inteligente en sí misma.
en uno actúan muchas fuerzas que ni siquiera podemos comprender en su total dimensión, algo tan complejo no se puede actuar con un conocimiento limitante, así, ponernos a establecer las razones de una dolencia o de lo que pasa, sin considerar esos aspectos mayores o no dejar al desarrollo y actuar desde la carencia. particularmente participo como colaborador, observador y participante del proceso. hay que hacerse partícipe del proceso que se abre, hay una madurez, una responsabilidad, una decisión.

de lo que se trata es de acompañar al otro, recibiéndole completamente tal como es, dándole todo el espacio. acompañar sin intentar entender, mejorar, confiando plenamente en que el cuerpo y la biología tiene el potencial ilimitado.

aplicar mis conocimientos o confiar en el cuerpo del paciente ese fue mi dilema. técnica y patrón son productos de mi incapacidad de confiar y abrirme a la fe, darle al que viene un espacio infinito para su reconfiguración y revelación.

técnicas y conceptos existen para tapar nuestra capacidad, para tapar nuestra inseguridad. técnica y conocimiento están limitados, solo entrando en la memoria el tiempo es posible no limitarse.

el trabajo solo puede ser realmente hecho si dejamos ir las limitaciones del conocimiento y permitimos que sea una revelación. saber es limitado, no saber es ilimitado. hay una sabiduría que está más allá del conocimiento limitante, es desde esa sabiduria que se hace el trabajo.